La pandemia ha impedido que se celebraran fiestas populares durante casi dos años. Sin embargo, con la bajada de la sexta ola, Valencia fue la primera capital española en recuperar una fiesta popular (había sido también la primera en suspenderla) después del parón de la pandemia, y lo hizo por todo lo alto.
Las últimas Fallas habían sido en septiembre y con todo tipo de restricciones (toque de queda, limitación de aforos, pasaporte covid). En cambio, este año, miles de personas abarrotaron la plaza del Ayuntamiento para asistir a las mascletás y otras se reunieron en verbenas o en las disco- móviles presentes en las calles para festejar hasta la madrugada, incluso bajo la lluvia, estas Fallas casi normales: la principal recomendación era la de llevar la mascarilla al aire libre en caso de aglomeraciones y en interiores cuando se bebía y comía.
Estas Fallas estuvieron llenas de sorpresas. Algunas de ellas emotivas: muchos asistentes no pudieron reprimir las lágrimas durante la primera mascletá; y otras tiernas, como la vivida durante la ofrenda a la Mare de Déu, cuando una de las falleras desfiló ante la patrona dándole el pecho a su bebé. Una imagen natural que indica continuidad con una tradición secular. ¡Ojalá podamos vivir otras muchas escenas parecidas en otras muchas fiestas!